14.12.2019
El libro de estilo del nacionalismo vasco y catalán establece una norma inquebrantable: España es solo Estado, no nación; Cataluña y Euskadi son nación, no Estado. Es sabido que la palabra España no aparece en nuestro Estatuto de autonomía más que una sola vez y es en su promulgación para indicar de dónde era rey Juan Carlos I. En el proyecto de reforma que el PNV tiene colgado en su página web, el libro de estilo, lejos de corregirse, se especializa: España aparece una sola vez para referirse a la exigencia de que algunos miembros de la «representación permanente de España en Bruselas» se nombren desde Euskadi. La única nación que se reconoce en ese proyecto es la vasca y cuando se quiere referir a España lo hace, cómo no, al Estado español.
Este lenguaje, el mismo que ha calado hasta los huesos en el discurso público catalán, no es, por supuesto, neutral. Al contrario, implica todo un trágala ideológico que pasa por asumir que en Euskadi o Cataluña no existe de hecho la plurinacionalidad. Cuando se afirma desde Bildu o el PNV que Euskadi es una nación se quiere literalmente decir eso, que es única, que no hay otra, que todo el espacio de la identidad nacional queda subsumido en una sola. Por ello resulta muy conveniente referirse a España como Estado, porque así no hay que reconocerle identidad nacional. España es una estructura de instituciones, potencialmente represivas de los derechos nacionales de quienes sí tienen identidad nacional. El Estado es la Policía, es el artículo 155, es el Tribunal Constitucional invalidando una decisión por muy arbitraria y contraria al propio Estatuto y la Constitución que esta haya sido. El Estado te pega y te roba, como mucho.
Esta toma de posición desde el lenguaje ya fue advertida como nociva para la pluralidad interna de Euskadi por Elkarrekin-Podemos en su enmienda al preámbulo del proyecto de reforma del Estatuto, y están en lo cierto. Asumir que Euskadi es una nación e inferir de ahí que es la única nación que existe en el ámbito autonómico se tiene necesariamente que acompañar de una distinción entre Estado y nación para que funcione correctamente a gusto del nacionalismo. ¿Cabe alguna otra posibilidad que, respetando la identidad nacional vasca, integre también la española o, lo que parece más común, combinaciones de ambas?
Creo que sí. Se llama federalismo y consiste precisamente en plantear que Euskadi (o Cataluña u otros territorios en su caso) no son meras comunidades autónomas del Estado español, sino estados que forman parte de la federación española. Ser Estado creo que les sentaría muy bien a comunidades con un considerable problema de plurinacionalidad interna como Euskadi o Cataluña porque, si no nos dejamos engañar por el espejismo creado por el lenguaje nacionalista, es ahí donde realmente existe dicho problema de plurinacionalidad. Burgos lo tiene clarísimo, Girona, no tanto y Barcelona o Bilbao en absoluto.
Ser Estado, para Euskadi, implicaría tener que dar solución constitucional no solo a la relación con España, sino también a su propia comunidad diversa en términos de identidad nacional. Tendría que tener los medios y las competencias para establecer los mecanismos con que asegurar el respeto y la promoción de todas ellas (su lengua, símbolos, historia y afectos) y no solo de una, entendiendo que la otra es cosa, en todo caso, del «Estado español». Por poner un ejemplo mencionado en el proyecto de reforma, lo de Bruselas sería importante, pero también, por poner un ejemplo por supuesto no mencionado en el mismo documento, el compromiso con y la participación en el Instituto Cervantes y no solo en el Etxepare Euskal Institutua. Y entre esos respetos sería esencial establecer claramente la fidelidad constitucional con España, que es en el fondo lo que significa federación.
Para calibrar si se entiende que esto que digo sería más justo que la equiparación de Euskadi con la nación vasca y solo con ella, bastaría con imaginar instalada en el poder a la versión española de ese mismo discurso. Se lo dijo con todo el cuajo el karateca de Vox a Aitor Esteban en directo durante un debate televisivo: os vamos a ilegalizar. ¿Por qué? Porque ponéis en duda precisamente que en España no hay más que una nación. No creo que sea lo más conveniente para una España sin duda plurinacional un Gobierno que quiera imponer una sola identidad nacional obligatoria. Pero, por lo mismo, tampoco lo sería para Euskadi o Cataluña.
Me temo que al hacer estas cuentas el resultado exige madurez y responsabilidad. Hay que tener el valor de asumir que se es no solo nación, sino también Estado y que esta palabra deriva no del verbo ser, sino del estar. Conlleva la necesidad de pensar en cómo generamos un sistema constitucional que integre diversas identidades y necesidades de autogobierno, es decir, una federación. El Estado, Euskadi, eres también tú.